martes, 8 de septiembre de 2009


Entre la espesa selva misionera se alza el relieve de las ruinas de la Reducción de San Ignacio, los restos de una civilización diseñada por jesuitas y construida por manos guaranies que descolló por su eficiencia hace casi 400 años y por eso mismo debió perecer. La fachada de su templo fue realizada íntegramente con arenisca rosada en 1610 y su diseño barroco americano fue reconstruido por un grupo de científicos durante el siglo pasado. Es que la reducción había estado sepultada bajo la jungla durante casi dos siglos.


Miles de turistas la visitan por año. Se encuentra en pleno centro de la localidad de San Ignacio, por la ruta número 12, a 60 kilómetros de Posadas. La pared derecha del templo hoy luce impecable, ya que durante el verano un grupo de especialistas la estuvo acicalando. Esto es posible gracias a que la World Monuments Foundation donó 50.000 dólares para que, paso a paso, se dejen relucientes todas las paredes de este monumento que, debido al clima tropical de la región, tiende a cubrirse de pequeños microoganismos que lo descomponen.

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